martes, 3 de mayo de 2016

Sacudirse la ansiedad

 Voy a decir lo que digo siempre del estrés. No significa ansiedad, significa desgaste. Por tener ansiedad, hoy, no pasa nada. La ansiedad no es algo malo y nos puede servir para que evitemos un daño o un mal.

Pero tener ansiedad las 24 horas del día, tener un trabajo que es una fuente constante de problemas o una familia que no para de gritar, sí es estresante. Es como una lima o un papel de lija que pasa una y otra vez por nuestras emociones, hasta dejarnos estresados, desgastados.


Para sobrellevar el estrés puedes hacer de todo. Puedes hacer puenting, aprender ajedrez, punto de cruz, relajarte, buscar tesoros en los cajones, etc. Puedes hacer lo que quieras, porque, hagas lo que hagas (menos no hacer nada), te va a funcionar.

Uno de los mitos sobre el cerebro es que no crecen neuronas, que lo compramos tal cual y lo único que hace es ir rompiéndose. Ojalá. Cuando sometemos al cuerpo a un estresor fuerte se desencadena el crecimiento de las neuronas en ciertas zonas del cerebro. El cerebro termina teniendo un área como un campo de fútbol dedicada a vivir estresado y ansioso. Y así se perpetúa el estado de ansiedad típico de los que van por la vida estresados.

¿Qué podemos hacer? Pues unos investigadores de Singapur encontraron que enriquecer el entorno (ahora lo explico) también desencadena el crecimiento de las neuronas en las mismas áreas del cerebro que el estrés. Y que este crecimiento aumentaba la resiliencia (como resistencia pero más emocional) ante la ansiedad por tener estrés.

¿Qué es eso de enriquecer el entorno? Pues es todo aquello que nos obligue a aprender. Lo más fácil es aprender habilidades motrices nuevas. Desde el punto de cruz hasta la pesca. Siempre que no lo hayamos hecho antes. También podemos aprender matemáticas, apuntarnos a debates sobre filosofía o ir a academias de idiomas. Sirve igual de bien para combatir la ansiedad.

¡Venga, a la calle!

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